¿Alguna vez te has preguntado de dónde vienen los alimentos que comes o qué impacto provocan en el medio ambiente?
En este artículo te explicamos la importancia de la alimentación sostenible y qué se está haciendo para llevarla a cabo.
¿Qué es la sostenibilidad alimentaria?
Según la FAO, la alimentación sostenible parte de una producción de alimentos con un impacto ambiental reducido, respeta la biodiversidad y los ecosistemas, es culturalmente aceptable, económicamente justa y asequible, nutricionalmente inocua y saludable.
¿Por qué es importante la sostenibilidad alimentaria?
Porque ofrece una alimentación variada, segura, que aporta los nutrientes necesarios para llevar una vida sana y activa, y satisface nuestras preferencias culturales permitiendo que los alimentos sigan siendo asequibles.
¿Qué quiere decir sostenible y por qué se relaciona con la alimentación?
Una alimentación se considera sostenible cuando durante su producción se ha reducido el impacto medioambiental, no se agotan los recursos naturales y se respeta a la biodiversidad.
La comida es mucho más que el contenido de un plato. El alimento final que consumimos es el último eslabón de una cadena de acciones con huella medioambiental y uso de recursos limitados. De hecho, la alimentación es una de las actividades humanas con mayor impacto global: es responsable del 26% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Su producción utiliza el 48% de los recursos naturales, el 70% del agua dulce y contribuye notablemente a la deforestación y la pérdida de biodiversidad, advierte la FAO.
Son datos que reflejan un reto épico: alimentar a 7.500 millones de personas, una población que según todas las previsiones en 2050 superará los 9.600 millones.
¿Qué objetivo hay en relación a la sostenibilidad alimentaria?
La meta es lograr una industria alimentaria que sea sostenible en todos los eslabones de la cadena, es decir, en todas las etapas por las que pasan desde su producción hasta su consumo, incluyendo su empaquetado, su transporte y su venta. Las cadenas de suministro sostenibles persiguen que haya un equilibrio entre el beneficio económico, el bienestar social y el respeto al medioambiente. Así se garantizan las buenas prácticas, la trazabilidad de los productos y unas condiciones justas para productores, intermediarios y consumidores.
Algunos ejemplos de alimentos sostenibles
Generalmente, cuando pensamos en alimentos sostenibles como consumidor, nos centramos en la parte de producción. La sostenibilidad en la alimentación es más compleja de lo que, en un principio, pueda parecer y debe tenerse en cuenta también en las fases de distribución y consumo.
Por ejemplo, son alimentos sostenibles los alimentos de temporada y de proximidad, frutas, verduras y legumbres.
Principios para una alimentación sostenible
- Evitar el desperdicio alimentario: lo menos sostenible es tirar comida, sea cual sea, independientemente de la huella ambiental de ese alimento, si se tira se ha desperdiciado.
- Reducir la ingesta de alimentos de origen animal, se puede consumir menos carne, sustituirla por legumbres o convertirla en un ingrediente más de otros platos.
- Comer carne de más calidad. Optar por los que procedan de producciones extensivas y presentan una huella de carbono mucho más baja que la de la cría intensiva.
- Consumir productos locales, de cercanía y, en la medida de lo posible, de nuestro entorno, de nuestro país.
- Consumir productos de temporada, es una medida muy fácil, y que nos permite comer los productos cercanos y en su mejor momento de calidad y precio.
- Evitar los alimentos trasportados por avión, algunas frutas tropicales o productos delicados.
- Preferir producto a granel, pero manipularlo y conservarlo bien para evitar el desperdicio.
- Apostar por el comercio justo. Hay productos que no se producen en nuestras latitudes y es difícil prescindir de ellos (café, té, cacao…).
- Priorizar productos frescos en la dieta.
¿Cómo se regula la sostenibilidad de los alimentos y qué se está llevando a cabo?
Con la llamada «Estrategia de la granja a la mesa» (Farm to fork), presentada el 20 de mayo de 2020, la Comisión Europea tiene como objetivo construir un sistema alimentario sostenible de la UE que salvaguarde la seguridad alimentaria y proteja a las personas y al mundo natural.
Según la estrategia, es necesario un cambio en nuestra forma de producir, comprar y consumir alimentos para mejorar la huella ambiental y ayudar a mitigar el cambio climático, al tiempo que se protege el medio de vida de todos los actores económicos de la cadena alimentaria, al generar rendimientos económicos más justos y abrir nuevas oportunidades de negocio.
Su objetivo es hacer que el sistema alimentario de la UE sea más robusto y resistente a crisis futuras como la del COVID-19 y desastres naturales más recurrentes como inundaciones o sequías.
Los patrones de consumo están cambiando, pero con más de 950.000 muertes en 2017 relacionadas con dietas poco saludables y la mitad de los adultos con sobrepeso, hay margen de mejora. Para facilitar la elección de opciones saludables y la toma de decisiones informadas, la Comisión propone un sistema armonizado obligatorio de etiquetado nutricional en la parte frontal del envase.
La estrategia tiene como objetivo promover una transición global hacia la sostenibilidad en cooperación con socios y mediante acuerdos comerciales.
Alimentación saludable y sostenible en centros educativos
Desde el Ministerio de Consumo se trabaja en línea con la Estrategia de la granja a la mesa para desarrollar una nueva legislación que apoye una alimentación saludable y sostenible en los centros educativos.
En base a esto, recientemente se ha publicado en la página web del Ministerio de Consumo la consulta pública previa del proyecto de Real Decreto por el que se establecen normas de desarrollo de los artículos 40 y 41 de la Ley 17/2011, de 5 de julio, de Seguridad Alimentaria y Nutrición, para la introducción de contenidos que estén orientados a la prevención y concienciación sobre los beneficios de una nutrición equilibrada en los planes formativos y, para fomentar que las comidas servidas en escuelas infantiles y centros escolares sean variadas, equilibradas y estén adaptadas a las necesidades nutricionales que cada grupo de edad necesite.
¿Qué se espera de la nueva legislación?
La regulación en esta materia trata de contribuir en la lucha contra la obesidad, en especial entre la población infantil [un 17,3 % de niños y niñas de 6 a 9 años con obesidad, un 4,2 % de los escolares con obesidad severa y un 40,6 % con exceso de peso (sobrepeso y obesidad)].
Es considerable la cantidad de tiempo que los niños y niñas pasan en la escuela, así como el hecho de que muchos escolares consumen al menos una comida principal diaria en este tipo de establecimientos, por lo general el almuerzo. Por tanto, este entorno es clave para estimular patrones alimentarios saludables en todas las clases sociales, y promover comportamientos que pueden mantenerse hasta la edad adulta.
No obstante, también se trata de hacer un mejor uso de los fondos públicos estableciendo criterios mínimos de calidad nutricional y de sostenibilidad que orienten la contratación, adquisición y oferta de alimentos y bebidas en comedores escolares.
El PNCOCA 2021 – 2025 (Plan Nacional de Control Oficial de la Cadena Alimentaria) ya adelantó esta cuestión en lo concerniente al Programa 16 sobre menús escolares, máquinas expendedoras y cafeterías de los centros escolares y los controles que llevan a cabo las autoridades competentes de las distintas Comunidades Autónomas.
Como consecuencia, el futuro marco regulatorio para el fomento de una alimentación saludable y sostenible en centros educativos supondrá la reformulación de productos alimenticios por parte de la industria, ya que la demanda de comedores escolares sostenibles y saludables se perfila como una realidad emergente en línea con la inquietud social por la conexión entre los sistemas alimentarios, la salud, la economía y el medio ambiente.