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ToggleHipótesis del mono borracho
El biólogo de la Universidad de California en Berkeley, Robert Dudley en su libro “El mono borracho. Por qué bebemos y abusamos del alcohol”, en 2014 estableció la hipótesis conocida como “hipótesis del mono borracho”. En ella plantea que nuestra apetencia por el alcohol, es una herencia de nuestros antepasados primates que lo obtuvieron mediante el consumo de frutas fermentadas.
Posteriormente, se han venido sucediendo estudios que lo apoyan, pero en todos los casos, es evidente que se dejó de lado el factor quizás más importante. Fue algo que acompañaba a la fruta fermentada y que les afectó en beneficio de su salud. Y hasta es muy probable que pudiera intervenir en el desarrollo del cerebro incipiente de aquellos consumidores de frutas fermentadas, que dieron lugar a nuestra estirpe de humano;
Allí estaban los microorganismos fermentadores de la fruta.
Historia de los simios africanos y los frutos fermentados
Los simios africanos, que dieron lugar a nuestra estirpe, tuvieron una adaptación que les permitía consumir frutos fermentados.
Hace 10 millones de años, se produjo en ellos una mutación genética que hizo más eficaz a una enzima que permite metabolizar el etanol (la alcohol deshidrogenasa).
Prehistoria
Fue en este momento de la prehistoria, en el que aparece esta mutación enzimática, cuando se produjo un cambio en el comportamiento de algunos primates que resultaron ser los precursores de nuestra especie.»Esta modificación enzimática surgió después de un cambio climático global que redujo el hábitat forestal de nuestros ancestros y coincide con los primeros registros fósiles de la adaptación a la vida terrestre»[1. Etanol, maduración de la fruta y los orígenes históricos del alcoholismo humano en primates frugivory. Roberto Dudley. Biología Integrativa y Comparada, volumen 44, número 4, agosto de 2004, páginas 315–323. https://doi.org/10.1093/icb/44.4.315. 01 de agosto de 2004.] .
Esta mutación genética, que permitió asimilar el etanol producido en las frutas fermentadas, sólo se encuentra en especies de homínidos terrestres, como el gorila, el chimpancé y los humanos. Sin embargo, los que continúan siendo arborícolas, no cuentan con ella. Claramente, debemos deducir que es debido a que la fermentación de la fruta y, por tanto, la aparición de etanol, sólo se da cuando cae esta al suelo.
«Esto sugiere la posibilidad de que la exposición a las frutas fermentadas en el suelo se inició hace 10 millones de años, con la subsiguiente selección positiva que permitió el metabolismo del etanol asociado».[2. “El mono borracho. Por qué bebemos y abusamos del alcohol”. Robert Dudley]
Cambios evolutivos
El hecho de bajar de los árboles, dio lugar a cambios evolutivos que les permitieron progresar en el suelo, donde encontraron la fruta fermentada y con cierto contenido alcohólico.
Los que, debido a la presencia de aquella enzima, consiguieron asimilar el etanol, tuvieron una ventaja en la selección natural, ya que dispusieron de un paquete compuesto de probióticos vivos y los consecuentes prebióticos que suponían los nutrientes de la fruta, así como una importante fuente de calorías que aportaba el alcohol y el azúcar residual.
Por otra parte, a pesar de lo sugerente que resulta el título de la hipótesis del mono borracho, cabría pensar que los estómagos de aquellos simios se llenarían de fruta fermentada, antes de que la cantidad de alcohol ingerido diera lugar a una la incidencia importante.
Debemos tener en cuenta que una fermentación espontánea de la fruta, es difícil que pueda superar más de 2º alcohólicos.
Por otra parte, les sería difícil encontrar de una sola vez, una cantidad de fruta fermentada lo suficientemente grande como para que el volumen de alcohol que llegaran ingerir fuese tan importante.
Consumo de alcohol en seres humanos
Siempre se ha mantenido que el alcohol no se consumió por los humanos hasta que el hombre se hizo sedentario.
Esto le permitió acumular suficiente grano y frutas para llevar a cabo los procesos fermentativos dirigidos para conseguir un mayor grado alcohólico. Es posible que entonces se obtuvieran concentraciones de alcohol demasiado elevadas para las que no estábamos suficientemente adaptados.
Esto sí dio lugar a las grandes borracheras y a las dependencias del alcohol que en algunas sociedades han hecho tanto daño a los humanos desde que se hicieron sedentarios hasta nuestro tiempo.
La diferencia sustancial es que, a partir del descubrimiento de la pasterización, los vinos y cervezas, traen el alcohol, pero ningún probiótico vivo.
Sin embargo, el alcohol en reducidas concentraciones sí que se fue consumiendo a lo largo de nuestra evolución, ya que, como sugiere el investigador estadounidense Robert Dudley: «Aquellos ancestros eran fundamentalmente frugívoros y dado que la fruta encontrada en el suelo de la selva está generalmente más madura y mucho más fermentada que las que siguen en el árbol, las frutas conteniendo etanol pudieron ser un elemento importante de la dieta de nuestros ancestros cuando empezaban a caminar«.
Y muy recientemente un nuevo estudio viene a reforzar aún más aquella hipótesis del mono borracho.»Resulta probable que los monos consuman fruta fermentada por las calorías. Estos obtendrían más calorías de la fruta fermentada que de la fruta no fermentada. Más calorías significa más energía”.[3. Realizado por la primatóloga Christina Campbell de la Universidad Estatal de California en Northridge-CSUN- y su estudiante de posgrado Victoria Weaver,
Probióticos: los responsables de la fermentación de la fruta
Como vemos, todos los estudios anteriores, se centran en determinar la gran importancia que supuso para nuestros antepasados el aporte calórico del alcohol, la apetencia por aquella fruta que les atraía.
Y, sin embargo, no muestran interés por las ventajas que les aportaron los probióticos vivos y variados, que venían incluidos en aquellas frutas recolectadas de entre la hojarasca, debido a la fermentación que habían sufrido y que en estos casos no parece lógico que las pasaran por el fuego antes de saborearlas.
Ya sabemos quiénes son los agentes responsables de la fermentación de la fruta que tiene como resultado la presencia de etanol. Efectivamente, levaduras y bacterias lácticas, todas ellas catalogadas como probióticos.
Pues si la apetencia por saborear las frutas con etanol pudo ser causa del consumo de frutas fermentadas, debemos deducir que el consumo de probióticos activos fue parte importante de la dieta de aquellos primates que bajaron de los árboles; los homínidos antecesores de los humanos modernos. Y si ya sabemos hasta qué punto los probióticos tiene un papel determinante en la formación del cerebro y la toma de consciencia…
¿Quizás la manzana prohibida, cuyo consumo nos expulsó del paraíso de la inconsciencia, estaba en realidad fermentada y con su dosis de alcohol?
Por: José Antonio Barroso
José Antonio Barroso, fundador del Grupo Microal-Tecoal, nos ofrece una descripción precisa sobre la perfecta simbiosis ancestral entre el ser humano y los probióticos, de la que nos hemos beneficiado inmensamente de forma mutua y gracias a la cual somos lo que hoy somos, como especie y como civilización.